Goikoetxea, el central de hierro
Nunca olvidaré la primera vez que fui a un estadio de fútbol. Fue el el 13 de diciembre de 1981, yo tenía 7 años y mi padre me llevó a San Mamés, la Catedral del Fútbol. Por aquel entonces vivíamos cerca de Bilbao y me disponía a ver enfrentarse a mis dos equipos preferidos, el Athletic y el Barça.
Recuerdo que el estadio me impresionó. Era muy grande y muy gris, con mucha gente que vestía los colores del Athletic. La única jugada que recuerdo fue la que marcó el partido y, de rebote, aquella Liga. Un defensa del Bilbao se tiró al verde suelo de la Catedral y barrió al 'bueno' del Barça, un rubio al que todos llamaban Schuster y que ponía la pelota donde quería.
El defensa era un tal Andoni Goikoetxea y dos años más tarde se haría famoso después de lesionar de manera similar en otro Barça-Athletic a Diego Armando Maradona, un argentino que aclamaban todos como el mejor jugador del mundo.
El día que cazó a Maradona
Lo de Schuster fue el apertivo porque la leyenda del Goiko más salvaje nació pegada al Pelusa. Fue el 24 de septiembre de 1983 en el Camp Nou. El defensa cazó a Maradona, el nuevo niño prodigio del fútbol por el que el Barça había pagado una millonada, le destrozó el tobillo y fue sancionado con 18 partidos que luego le rebajarían a 7.
Así relata Maradona el lance en sus memorias:
Después de la grave lesión de Maradona, la rivalidad entre vascos y catalanes llegó a su punto más alto. La prensa, tan propensa a crear mitos y leyendas, bautizó al fiero Goiko como el 'Atila' vasco y no faltó quien lo llamara asesino, salvaje, guarro... Tal huella dejó esa jugada que hace poco, 25 años después de aquello, el diario inglés 'The Times', lo nombraba jugador más duro de la historia del fútbol y en Inglaterra lo rebautizaban como 'El Carnicero de Bilbao'.
Un central 'de los de antes'
Lo cierto es que, más allá de la anécdota de las graves lesiones de Schuster y Maradona, Goikoetxea fue un central de primer nivel. Un tipo de jugador en vías de extinción. Era duro sí, expeditivo, fuerte pero también gran cabeceador y un ejemplo de coraje. Desde el centro de la zaga imponía respeto al rival y daba alas a su equipo.
Explicando el origen de su afición al fútbol explicaba también su forma de ver el juego: "Cuando Beckenbauer se rompió la clavícula en cierto partido y siguió jugando, yo me dije que algún día intentaría ser como él", rememora Andoni. Escogió un buen espejo en el que mirarse aunque sus dotes fueron un poco distintas. Aún así, Andoni Goikoetxea Olaskoaga [Alonsotegui (Vizcaya), 23-08-1956] jugó en el Athletic entre 1974 y 1987, fue internacional 39 veces y ganó dos Ligas y una Copa del Rey.
Preguntado por el mejor delantero al que se había enfrentado, Goikoetxea dijo una vez: "A mí nunca me hubiera gustado enfrentarme a Estanis Argote, para mí, el mejor delantero de nuestro fútbol". Todo un elogio viniendo de alguien que había perseguido a los mejores de su época; Quini, Maradona, Rincón, Kempes, Marañón, Santillana...
Así era, Andoni Goikotxea, un central de los de antes, un central de hierro (carnicero o no) que cosechó éxitos en un equipo que marcó una época.
Con él empiezo mi colección de cromos de fútbol.
Por cierto, el día que Goiko se cargó a Schuster, conmigo en la grada de San Mamés, el partido terminó 1-1 con goles de Quini para el Barça y Dani para los leones. Aquel año, la Real Sociedad conquistaría su segunda Liga consecutiva pero ya se estaba fraguando el Athletic campeón de las temporadas 1982-83 y 1983-84.
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