Raúl, la calidad que no se ve
Raúl es un jugador atípico. Si analizas su juego ves que, sin destacar en nada, lo hace todo bien. No es un grandioso regateador, no es el más rápido, tampoco es el paradigma del cabeceador ni un virtuoso rematador.
En cambio, Raúl, sin ser una referencia en los detalles cumple bien en todo. De hecho, su juego destaca solo por dos cosas: su movilidad -algo al alcance de casi todos- y su oportunismo -un intangible al alcance de unos pocos-.
Por lo demás, futbolísticamente, Raúl es un buen jugador pero no un crack. Entonces, ¿qué lo hace especial? ¿Por qué lleva tantos años en la cresta de la ola metiendo goles y ganando títulos? La explicación está en lo que el maestro Cruyff llamaba la 'calidad mental'.
Raúl, que no es alto ni bajo, guapo ni feo, rápido ni lento, es un jugador que vive permanentemente concentrado en lo suyo: el fútbol. Se mueve con inteligencia, lee los partidos, las jugadas y saca provecho de cada situación. Y no se cansa nunca de hacerlo. Como tampoco se cansa nunca de ganar. Ahí está la grandeza de este jugador. En su predisposición mental. Una 'calidad' que no se ve pero que, en la perspectiva de una carrera, supera y ensombrece a todas las demás.
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