Entre Mourinho y Guardiola me quedo con Pellegrini
Se ha abierto la veda. Rijkaard se irá y el banquillo del Barça quedará libre la temporada que viene. Es el resultado de la indolencia con la que el holandés ha dirigido al equipo en los últimos tiempos y, obviamente, de los malos resultados.
Desde diversos medios ha empezado el baile de nombres de entrenadores que podrían suplir a Frank. Las encuestas sitúan a Mourinho en cabeza, seguido por una larga lista en la que Pep Guardiola se ha hecho un lugar destacado.
Lo cierto es que no hay nadie en el mercado que despierte unanimidad entre los culés. Que 'Mou' sea el mejor colocado a la luz de las encuestas es sintomático. El portugués tiene tics que recuerdan el peor Clemente, es díscolo y arrogante, no dudó en utilizar la guerra dialéctica contra el Barça y su afición cuando dirigía al Chelsea, practicó un fútbol ruín cuando Abramovich le dio todo el dinero del mundo para fichar y, lo que podría ser peor, con su llegada dividiría todavía más a la afición entre resultadistas y defensores del fútbol de salón. Mourinho es una apuesta arriesgada.
Si Mourinho encarna el primer perfil de entrenador para el Barça, el segundo lo lidera Pep Guardiola; un técnico joven, que conozca la casa, comprometido, amante del fútbol-toque e ilusionado. El problema es que Guardiola solo tiene experiencia como entrenador en Tercera División dirigiendo jóvenes promesas. Su rendimiento al frente de un vestuario de cracks en partidos de Primera es una incógnita. Y el Barça, después de dos años en blanco, no está para muchos experimentos. Guardiola también es una apuesta arriesgada.
La tercera vía pasa por darle la alternativa a un técnico con más experiencia que nombre para que demuestre su valía al frente de un grande. En esa línea está Manuel Pellegrini. El técnico del Villarreal ya ha demostrado que el fútbol no tiene secretos para él. En cuatro años, y sin renunciar a dar espectáculo, ha convertido un equipo de segunda fila en uno de los mejores de la Liga. El chileno ha demostrado que sabe lidiar con figuras (salió airoso del enfrentamiento con Riquelme), no es polémico, tiene recursos como entrenador, carácter ganador y buen ojo para fichar. Por todo esto, Pellegrini es una apuesta (casi) segura.
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