Leo Messi se doctoró en el Camp Nou haciéndole un 'hat trick' al Real Madrid. Tres goles que ponen de manifiesto que el argentino ha dejado de ser una joven promesa para convertirse en un jugador decisivo. El empate a 3, a pocos segundos del final, así lo demuestra. Aquí tenemos los goles con narración dedicada al rosarino...
Thiago Motta debutó con el Barça el 3 de octubre de 2001 en un Barça-Mallorca que los azulgranas ganaron por 3-0. Un inicio prometedor que se quedó en eso, una promesa, porque desde entonces, en 6 años, 'el Samurai' no ha conseguido hacerse nunca con un sitio en el once titular.
Motta es de esos jugadores que parece que llegarán muy alto pero que nunca terminan de 'explotar'. Iba camino de convertirse en el mejor '5' moderno; mezcla de potencia y calidad, una posición a la que parecía predestinado genéticamente por su origenes mitad brasileños mitad italianos.
Nacido en São Bernardo (28/08/1982) poco después de que Brasil maravillara en España al ritmo de los Zico, Sócrates y Falcao, Motta se formó en las categorías inferiores del Barça hasta alcanzar los 1,86 metros y un sitio fijo en el filial.
Llegó al primer equipo con la etiqueta de futura estrella a los 19 años pero las lesiones y su propensión a acumular tarjetas han acabado siempre por apartarle de la titularidad. Inconstante, Thiago es capaz de lo mejor y de lo peor en cuestión de minutos. Sabe atajar a los rivales pero puede fallar un pase fácil sin cambiar de cara.
Un síntoma de inmadurez que, cuando se juega al máximo nivel, se acaba pagando. De hecho, hoy por hoy, su futuro en el Barça es más que una incógnita. Rijkaard le ha dado la oportunidad de consagrarse en las grandes citas del año y una vez sí y otra también Motta se ha ido del campo sin estar a la altura. Es hora de que demuestre que, si no sabe ser cola de león, al menos deje de ser promesa y sepa ser cabeza de ratón lejos del Camp Nou....
El Barça sorprendió a propios y extraños el pasado miércoles en Zaragoza. Rijkaard desempolvó el 3-4-3 del inolvidable 'Dream Team' y remontó la eliminatoria en la Romareda imponiéndose con solvencia al once de un incrédulo Víctor Fernández (1-2). El Barça fue un bloque, un bloque en el que Lillian Thuram brilló con luz propia.
Es cierto que los pequeños; el dúo Iniesta-Xavi, estuvieron magistrales como peloteros, que Puyol y Oleguer lo bordaron en el corte y que Messi volvió loco a Diogo en la banda. Pero capítulo aparte merece el central francés.
Thuram llegó al Barça en verano, procedente de la desmembrada Juventus, después de proclamarse subcampeón del mundo con los 'bleus'. Era una apuesta por la veteranía en una línea que pedía refuerzos a gritos. Desde entonces, el francés ha ido cumpliendo, acosado por las lesiones. Pero no fue hasta el miércoles cuando demostró su talento en toda su dimensión.
Contra el Zaragoza lideró la línea de tres como un auténtico coloso. Sin arrugarse nunca, aportó orden, disciplina y acierto en todas las facetas del juego. Sacó el balón controlado cuando pudo, buscando siempre a los Xavi-Iniesta-Deco, fue expeditivo cuando debió serlo y dominó con suficiencia el juego aéreo. Con él, Oleguer y Puyol parecen mejores. Y el equipo respira más tranquilo. Si le respetan las lesiones, Thuram puede convertirse en uno de los pilares del resurgir de este 'nuevo Barça'. Chapeau Thuram!
