¿Voto de qué?En el fondo solo han fallado las formasLaporta está tocadoDespejando la incógnita GuardiolaHomenaje a Frank RijkaardReal Madrid, campéon de Liga 2007-08Entre Mourinho y Guardiola me quedo con Pellegrini : Desde la red

28 mayo 2008

¿Voto de qué?

Un sector de culés insatisfechos encabezado por el abogado Oriol Giralt ha promovido -y conseguido- poner en marcha una moción de censura a la gestión de la directiva del Barça.


Esta medida legal, contemplada en los estatutos del club para 'controlar' malos usos entre los que mandan, ha llegado a buen término. Más de 9.000 papeletas ha conseguido la iniciativa.

La cuestión de fondo es: ¿Es proporcionada la moción de censura? Estamos en la segunda temporada de una directiva que está en el ecuador de su mandato y que fue democráticamente elegida no hace ni dos años. La temporada, en números, no ha sido tan mala. Semifinalistas en Copa y Champions, terceros en Liga. Las secciones han tenido un balance parecido sino mejor. No parece un momento dramático. Sí que preocupa la sensación de desgobierno que ha transimitido por momentos el club y el aire de relajación que parece ha reinado en la plantilla de fútbol. Pero, ¿tan grave es como para mover toda la maquinaria del club y reconvocar elecciones?

Para un sector de socios culés parece que sí. Sin duda, el sector más insatisfecho con la gestión de la directiva y con el papel del equipo. Una base de 'culés emprenyats' que han encontrado en la maniobra de Giralt una vávula de escape ideal para drenar sus frustraciones.

Y mientras Giralt, va de programa en programa negando con una sonrisa que su fin sea sentarse en el palco del Camp Nou. Flaco favor le hace el letrado al Barça. A mí, su campaña me huele más a pataleta de culé amargado con ganas de protagonismo mediático que a iniciativa altruista por el bien de la entidad. Mientras esperamos el referéndum, yo censuro su voto de censura.

19 mayo 2008

En el fondo solo han fallado las formas

¿Cómo se gestiona el descontento de la masa? Hay que ser muy duro y tener la cabeza muy fría o ser un desalmado sin escrúpulos para ser gestor de un club como el Barça y que no te afecte la ira de la afición cuando llega el momento de la derrota.


Las últimas semanas, Jan Laporta y su directiva se han visto arrastrados por una corriente derrotista que ha encontrado en la prensa catalana un habitat impagable para reproducirse. ¿Realmente la gestión del Barça, dos años después de celebrarse elecciones, merece una moción de censura y celebrar elecciones anticipadas? El Barça fue tercero en la Liga y semifinalista en la Copa y en la Champions. Jugó con intermitencias, falló fuera de casa pero funcionó como un reloj en el Camp Nou y no pudo seguir el ritmo de un Madrid en estado de gracia. Insuficiente, muy bien, pero en el fondo, a nivel de resultados, la temporada es asumible.

Otra historia son las formas. El permanente cuestionamiento de la vida de los jugadores fuera del vestuario, los tics autoritaristas del presidente y la imagen plana de Rijkaard rayando el pasotismo, han contribuido a crear una imagen de dejadez y desidia que se ha instalado en el seno de la afición. Puedes perder en Madrid pero no 4-1 y así. Puedes caer en 'semis' de la Copa pero no así. Puedes salir de noche -se ha hecho siempre- pero que no se vea, puedes cagarte en el árbitro pero que no se note... Todo eso da sensación de dejadez.

Y la masa culé no lleva bien la dejadez. De hecho es lo que peor lleva. El Barça es un club que vive en permanente estado de exigencia. Vive expuesto a la crítica voraz y destructiva de sectores interesados en vivir entre el negro y el blanco, sin medias tintas. Por eso no ha cuajado el discurso del 'no pasa nada'. Entre unos y otros han medido mal las formas y han dejado el camino libre a una minoría de exaltados con púlpito y a gritones desencantados para que puedan demonizar todo lo que venga del Barça. Y en el fondo, lo que han fallado solo son las formas.

Laporta está tocado

Como un corderito que llega al matadero... Joan Laporta mostró su cara más frágil en la entrevista exclusiva que concedió anoche a TV3. El presidente se disculpó con la boca pequeña por la mala temporada del Barça y admitió haber caído en errores pasados.

Laporta empezó tan tranquilo, tan dócil que parecía derrotado. De hecho, confesó estar pasándolo mal a las primeras de cambio y en seguida admitió no reconocerse en algunas actitudes como en los gritos en el campo del Manchester o en su encendido discurso ante las Peñas. Está claro que Laporta ha medido mal sus intervenciones públicas.

Pero más allá de eso, lo más sintomático es que Laporta, por primera vez, pareció cansado del cargo. Es como si empezara a socavarse su firmeza y dio los primeros síntomas de desgaste. Ser presidente del Barça durante cinco años es lo que tiene. La losa empieza a pesarle y su discurso careció del tono optimista y casi eufórico que solía esgrimir Jan.

No dio explicaciones concretas al fracaso. Dejó entrever que el cuerpo técnico falló a la hora de aplicar disciplina pero no quiso personalizar ni en Txiki, ni en Rijkaard, ni en Ronaldinho... Los defendió a todos.

En clave de futuro, mostró su fe en Guardiola cuya apuesta basó en un barcelonismo romántico (es el noi de la casa) y explicó, eso sí, que Pep tiene la bendición de Cruyff. Y aunque avanzó que se ficharán jugadores en todas las líneas no adelantó ni nombres ni si serán mediáticos o peones.

Personalmente eché de menos al Laporta batallador, eché de menos su convicción y su labia. El barcelonismo parece arrastrado por una corriente fatalista impulsada por una minoría de culés siempre descontentos que encabezan Giralt y su desproporcionada moción. Haría bien el presidente en no dejarse llevar por la corriente. Los números del Barça no son tan malos, la plantilla no es tan mala, terminar un ciclo es normal. Ese es el mensaje. Si cambia de tono, si se pone corderito -además de faltar a su estilo- Laporta terminará degollado sin piedad en el sádico matadero blaugrana.

12 mayo 2008

Despejando la incógnita Guardiola

En el argot periodístico, el Guardiola entrenador sería lo que se dice un melón por abrir. Y es que la confirmación de Pep como técnico del Barça para la próxima temporada en sustitución de Frank Rijkaard es una apuesta arriesgada que despierta muchas incógnitas y pocas certezas.


En esto del fútbol, acertar con el entrenador es clave. En matemáticas existe un problema bautizado como la hipótesis de Riemann que nadie ha sabido resolver todavía. Tanto trae de cabeza a los estudiosos que hasta un instituto americano ha ofrecido un un millón de dólares a quien lo solucione. Más o menos igual de complicado es saber si un técnico funcionará en el Barça. Rijkaard llegó sin experiencia como entrenador pero con la solera de haber sido un excelente futbolista. Y acabó triunfando, fuera y dentro de la cancha, por su carácter afable y su savoir faire.

El paralelismo con Pep Guardiola es inevitable. Su bagaje como técnico es mínimo: una temporada al frente del filial en Tercera División. Repito, en Tercera División. Eso sí, una temporada exitosa. Los que lo han seguido alaban sus métodos. Afirman que es estricto y trabajador pero que sabe recompensar el trabajo y cuidar al grupo por encima de las estrellas.

Por contra, aunque el maestro Cruyff asegure que tiene experiencia, Pep no tiene tablas a la hora de lidiar con un vestuario desde la zona de mandos. Ha vivido muchas duchas, sabe lo que son los viajes, las charlas tácticas, las noches de hotel y los egos futboleros, pero siempre los vivió desde el césped. Saber si sabrá aprovechar esas experienciaS en galeras para comandar la gran nave blaugrana desde el banquillo es la mayor incógnita que se le abre hoy al barcelonismo.

En el apartado de fichajes, Guardiola deberá apoyarse por fuerza en Txiki. Muy trabajador tendría que ser el de Santpedor para entrenar a un Tercera y al mismo tiempo seguir el mercado nacional e internacional como lo sigue un entrenador de primer nivel. El problema es que Txiki ha demostrado que en materia de fichajes ha tenido lagunas graves y le han colado goles de oro (Henry, Zambrotta, Thuram, Ezquerro, Gudjohnsen). Con este panorama, el Barça deberá sacar el talonario para fichar sobre seguro o seguir tirando tiros al aire exponiéndose a añadir más riesgo al proyecto si vuelve a equivocarse con los jugadores 'de relleno'.

Tácticamente Guardiola aparece como el abanderado del 'jogo bonito' a la catalana, que sería algo así como el fútbol holandés llevado a la excelencia pero con prisas. Sin embargo, Pep se ha mostrado más flexible con el sistema que Rijkaard y con el filial ha sabido adaptarse al rival según las circunstancias. Eso, que a priori es bueno, puede que no encaje bien con un sector de la exigente grada culé poco acostumbrada a que los suyos no tengan la pelota.

Por último, la figura de Pep, como casi todas en can Barça, despierta filias y fobias antes incluso de empezar a mandar. Muchos lo recuerdan como el '4' de la casa que daba cuerda al Dream Team, otros ya desempolvan el ridículo 'ziga, zaga' de la plaza Sant Jaume. El Pep mediático es también una incógnita. Su discurso puede ser aburrido, insolente o cansino. O por momentos listo, irónico y fino. Del rumbo que tome eso dependerá también la duración de su crédito.

Sea como sea, su proyecto necesita una paciencia que la afición no parece tener. Un problema añadido antes de empezar porque, si la apuesta Guardiola sale mal, si empiezan las prisas y no llegan los resultados, la solución al problema Barça será mucho, muchísimo, más complicada.
Ojalá les salga bien...

10 mayo 2008

Homenaje a Frank Rijkaard

La etapa de Frank Rijkaard como entrenador del Barça llega a su fin. El holandés ha cumplido su ciclo y será sustituido por Pep Guardiola, el entrenador revulsivo que intentará devolver la motivación al vesturio y la ilusión a la afición.

Lo cierto es que el crédito de Rijkaard lo ha dilapidado él mismo. La dictadura de los resultados, un esquema exprimido y la sensación de indolencia con que afronta los fracasos han terminado sentenciándole. Siendo todo esto cierto, sería injusto que la afición culé no reconociera sus méritos.

No hay que olvidar que antes de caer arrastrado por los jugadores y la autogestión, Frank lideró el proyecto que conquistó dos Ligas y una Champions. Con él en el banquillo Ronaldinho se hizo grande y brilló entre las estrellas, con Rijkaard como diseñador Europa se maravilló con el fútbol del Barça y el buen juego volvió al Estadi después de la nefasta gestión de Gaspart.

Tiempo habrá de analizar los errores que cometió en su última etapa pero el domingo, por talante y por talento, por su educación exquisita, por su trabajo como entrenador, Frank Rijkaard se merece salir del Barça por la puerta grande. Veremos si la grada del Camp Nou, tan irritable a veces, tan irritante otras, está a la altura del personaje.

05 mayo 2008

Real Madrid, campéon de Liga 2007-08



No, esto no es un ejercicio de masoquismo futbolístico. Es un recuerdo y un reconocimiento. El Madrid de Schuster, con sus méritos y sus defectos, ha sido el justo vencedor de la Liga, que no es poco. El Barça no ha estado a la altura. Ni por juego, ni por carácter. Cuando el líder flaqueó, el Barça flaqueó más. Los blancos se llevan una Liga que ha perdido brillantez y frescura en favor de los ingleses. Calderón prometió que con Schuster buscarían la excelencia. El alemán de momento se ha quedado en el suficiente. Y no ha necesitado mucho más para llevar a su equipo hasta el título. La receta: Casillas, un poco de banquillo y un mucho de empeño. Con eso les ha valido para llevar la segunda Liga consecutiva a la Cibeles.

La imagen de Raúl besando a la diosa ya empieza a escocer entre los aficionados del Barcelona. Y es que el Barça ha sido un actor clave en este melodrama. Empezaron los de Rijkaard abusando del 'la liga es muy larga' para prolongar en exceso su puesta a punto. Siguieron dejando salir vivo al Madrid del Camp Nou el día que Baptista justificó su millonario fichaje. Y terminaron perdonando en los momentos clave del último tercio cuando el líder empezó a flaquear. La apuesta por el 'jogo bonito' y los 'fantásticos' terminó volviéndose en contra de un equipo y de un club que ahora se cuestiona hasta su propia filosofía. El público del Camp Nou sabe perder si su equipo deslumbra; cuando juega regular y encima pierde ya no lo lleva tan bien.

Al final, el Real Madrid fue el menos malo y se llevó el 31º título de su historia. Hará bien el Barça si aprende de los errores. Hará bien si se guarda en un rincón de su memoria este año nefasto, de tics galácticos y fantástica relajación. El fútbol es orden, habilidad y carácter. Y de esto último, mal que nos pese a los culés, hay que reconocer que el Madrid tuvo más que el Barça.

02 mayo 2008

Entre Mourinho y Guardiola me quedo con Pellegrini

Se ha abierto la veda. Rijkaard se irá y el banquillo del Barça quedará libre la temporada que viene. Es el resultado de la indolencia con la que el holandés ha dirigido al equipo en los últimos tiempos y, obviamente, de los malos resultados.

Desde diversos medios ha empezado el baile de nombres de entrenadores que podrían suplir a Frank. Las encuestas sitúan a Mourinho en cabeza, seguido por una larga lista en la que Pep Guardiola se ha hecho un lugar destacado.

Lo cierto es que no hay nadie en el mercado que despierte unanimidad entre los culés. Que 'Mou' sea el mejor colocado a la luz de las encuestas es sintomático. El portugués tiene tics que recuerdan el peor Clemente, es díscolo y arrogante, no dudó en utilizar la guerra dialéctica contra el Barça y su afición cuando dirigía al Chelsea, practicó un fútbol ruín cuando Abramovich le dio todo el dinero del mundo para fichar y, lo que podría ser peor, con su llegada dividiría todavía más a la afición entre resultadistas y defensores del fútbol de salón. Mourinho es una apuesta arriesgada.

Si Mourinho encarna el primer perfil de entrenador para el Barça, el segundo lo lidera Pep Guardiola; un técnico joven, que conozca la casa, comprometido, amante del fútbol-toque e ilusionado. El problema es que Guardiola solo tiene experiencia como entrenador en Tercera División dirigiendo jóvenes promesas. Su rendimiento al frente de un vestuario de cracks en partidos de Primera es una incógnita. Y el Barça, después de dos años en blanco, no está para muchos experimentos. Guardiola también es una apuesta arriesgada.

La tercera vía pasa por darle la alternativa a un técnico con más experiencia que nombre para que demuestre su valía al frente de un grande. En esa línea está Manuel Pellegrini. El técnico del Villarreal ya ha demostrado que el fútbol no tiene secretos para él. En cuatro años, y sin renunciar a dar espectáculo, ha convertido un equipo de segunda fila en uno de los mejores de la Liga. El chileno ha demostrado que sabe lidiar con figuras (salió airoso del enfrentamiento con Riquelme), no es polémico, tiene recursos como entrenador, carácter ganador y buen ojo para fichar. Por todo esto, Pellegrini es una apuesta (casi) segura.