Desde la red

El Camp Nou vive momentos de ansiedad incontrolada. Aunque los resultados, más o menos siguen llegando, el equipo no brilla, Ronaldinho se está humanizando y el espectáculo se resiente.

Desde los medios ya ha saltado la voz de alarma. La vida privada de los jugadores está en entredicho, también la preparación física y, en última instancia, la valía de Rijkaard y sus jugadores.

Ya hay quien propone 'hacer limpieza' para empezar un nuevo ciclo. Todos estos mensajes llegan a la grada donde el sector más voluble ya empieza a sentir el cosquilleo del fracaso y se dispara la ansiedad post-traumática del tribunero medio.

Por eso propongo desde aquí a Joan Laporta que, antes de cada partido, flete un helicóptero y espolvoree el Camp Nou con media tonelada de 'Trankimazin' en polvo.

Quizá así más de uno se lo piense dos veces antes de soltar sentencias como que Ronaldinho está acabado, que hay que hacer borrón y cuenta nueva, que el equipo ya no tiene ilusión o que el Barça es, directamente, malo.

Ha ocurrido. Después de deleitarnos con tardes de magnífico fútbol, después de pasarle por encima a prácticamente todos sus rivales, después de ser campeón de Liga y Champions, el Barça, el cacareado mejor equipo del continente, es previsible.

Habrá influido la baja de Eto'o, habrá influido la lesión de Messi. Será que Ronaldinho está cansado o que los equipos ya se conocen los automatismos de los de Rijkaard.

El caso es que el Barça de los últimos tiempos ya no está en una mala racha de juego, la verdad es que ya no juega bonito. Gana, sí, y eso para los resultadistas está muy bien. Pero ya no juega bonito. Tiene el balón y domina al rival, pero no llega con peligro. El Barça de hoy marca goles gracias a la inspiración puntual de sus estrellas y, de tanto en tanto, se descuelga con una buena acción de conjunto. Pero ya no practica ese fútbol total que encandiló a Europa el año pasado. Y eso ocurre porque es previsible.

Veremos si con el regreso de Eto'o y Messi, Ronaldinho se anima y con ellos los peloteros del Barça. Si aún así el Barça sigue siendo previsible, el problema para Rijkaard será más grave de lo que parece. Si el equipo sigue sin sorprender habrá que pensar en hacer limpieza, empezando por donde más daño se hace en el fútbol, por las bandas...

Terminó la primera vuelta de la Liga. El Barça lidera la tabla seguido por el rácano Madrid de Capello y por el sorprendente Sevilla de los brasileños de Monchi. Con todo, se sigue hablando de la 'Liga de las Estrellas' pero, de momento, lo único que se ha visto es un coñazo de Liga.

El Barça, sin Eto'o y Messi, parece una sombra de lo que fue. Los 'nuevos'; Thuram, Zambrotta y Gudjohnsen tienen nivel pero no han mejorado lo que hay. Además, el equipo cada vez es menos capaz de abrir las defensas-lata que se le presentan día sí día también. Y para colmo Ronaldinho parece haberse cansado de tirar del carro.

Tanto es así que el Sevilla, a base de talento de nuevo cuño y un mínimo de orden, ha logrado auparse al liderato haciéndole sombra al mismísimo Barça.

Lo mismo que el Madrid de Capello. Un conjunto rácano, lleno de parches y asediado por las crisis que aún así -Capello mistery- tiene tantos puntos como el que más.

Pero en este nuevo orden que parece se ha instaurado en la 'Liga de las Estrellas' la peor noticia es que los goles escasean cada vez más, las defensas se imponen a las delanteras y que el fútbol de calidad, el verdadero fútbol de las estrellas se ha ido al mismo sitio que los galácticos de Florentino: al carajo. Una pena...

Fabio Capello descargó la tensión acumulada en las últimas semanas después de derrotar in extremis al Zaragoza (1-0) en el Bernabéu. El técnico italiano, que acaba de poner en marcha su particular revolución, sacó la adrenalina por el dedo corazón de su mano derecha -ver fotografía- proyectándola hacia el sector más crítico de su afición. Un alarde de comunicación interna que, aunque no ayudará a mejorar su imagen, define el talante de este italiano peculiar.

Y es que, a trancas y barrancas, con un Madrid mal diseñado, jugando feo, fichando a destiempo, ignorando a Beckham, Ronaldo y Cassano y enfrentándose a la prensa y a parte de la afición, Capello ha colocado a este Real Madrid post-galáctico con los mismos puntos que el Barça y con el liderato a tiro. Así es Fabio Capello, resultadismo en estado puro.

Espanyol, 3 - Barça, 1. El mundo al revés. Los de Valverde cuajaron un partido perfecto ante el peor Barça de los últimos tiempos y, para éxtasis de una afición entregada en Montjuïc, acabaron sacándole los colores al eterno rival.

La derrota ensalzó a los 'pericos' -que ya tienen argumentos para ir pensando en Europa- y humanizó a un Barça que no termina de funcionar. Lo peor no es perder, lo peor es la impotencia mostrada por los de Rijkaard el sábado. Un sentimiento que ha hecho saltar las alarmas en el entorno culé que, asustado, se pregunta: ¿Qué le pasa al Barça?

Para resolver tan trascendentales dudas, los lectores de 'SPORT' emiten su particular veredicto: Al Barça le falta ambición -opina un 31%- y acusa demasiado las lesiones -cree otro 25%-. El resto opinan que los cracks no rinden (18%), que existe una mala preparación física (15%) o que Rijkaard no acierta con los planteamientos (10%).

Mientras, Johan Cruyff también analiza desde su columna de 'La Vanguardia' los males que atenazan al Barça. Con su particular ojo, el holandés se remonta a la victoria contra el Werder Bremen y expone que, desde entonces, el equipo vive una especie de relajación post-traumática. También acusa de indolentes a los jugadores por dar vida a Valencia y Madrid al tiempo que exige más de una plantilla que no puede/debe esperar que Eto'o y Messi les saquen las castañas del fuego.

Mi análisis es otro. Este Barça no es tan bueno como muchos pensaban. Sin Messi ni Eto'o, el equipo carece de pegada. Domina, sí, pero si Ronaldinho no tiene el día inspirado, no marca. Y lo que es peor, tampoco muerde. La presión desde la primera línea, santo y seña de Rijkaard, ha desaparecido y por ese resquicio se desmorona todo el sistema defensivo. La figura del tapón, el apagafuegos que resolvería este problema, es la gran carencia de este equipo. Ni Edmílson ni Motta han demostrado tener suficiente categoría.

Y ya se sabe, si no marcas y te marcan, pierdes. Por ahí se hizo el Barça mundano y por ahí se hizo divino el Espanyol, un Espanyol que sí marcó y sí defendió desde la primera línea.

La aventura española de David Beckham ha llegado a su fin. El jugador anunció que en junio se irá al soccer USA, concretamente a Los Angeles Galaxy con el que firmó por cinco años. Una decisión que suena más a criterios publicitarios que a apuesta deportiva.

Y es que con esta maniobra el Spice Boy se asegura, sumando salarios y beneficios de explotación de sus patrocinadores, la friolera de 275 millones de dólares. O, lo que es lo mismo, 213,4 millones de euros (35.565 millones de pesetas).

Estos son los números según la BBC: Beckham tendrá un sueldo de 10 millones de dólares anuales, ganará 25 más por el contrato con sus cuatro patrocinadores -Motorola, Pepsi, Gillette y Volkswagen-; 10 millones de dólares por la venta de sus camisetas y otros 10 más por la participación en los beneficios del club. Todo eso da un resultado final de 55 millones de dólares -42,7 millones de euros- por temporada. O sea: 213,4 millones de euros, 35.565 millones hablando en pesetas.

Con este panorama se entiende que al chico se le acabe olvidando si la pelota es redonda o cuadrada. Una pena porque Beckham fue un gran futbolista en el ManU que se ha venido a menos en el Madrid de los galácticos y que, en Hollywood, tiene todos los números para dejar de ser futbolista y acabar de convertirse en vedette.

Hace algún tiempo decía que una de las cosas que más me gusta de Joan Laporta es que, además de ser más o menos buen presidente, -hasta ahora creo que los resultados le avalan- tiene la virtud de "parecer" buen presidente.

Ronaldinho y Deco llegaron tarde después de las vacaciones navideñas. Una falta grave se mire por donde se mire que la prensa, en términos generales, se ha encargado de disimular.

No nos engañemos. Si cualquiera de nosotros llegara dos días tarde, la empresa donde trabajamos nos amonestaría. Lo que pasa es que nadie mínimamente responsable llega a forzar tanto el límite.

Sin embargo, la cosa cambia cuando hablamos de deportistas de élite. No es que tengan una vida dura. Ganan mucho dinero por trabajar poco -entrenan unas dos o tres horas al día, el resto descansan-. Aún así, son capaces de tomarse libertades que a muchos se nos escapan.

El Gaúcho justificó su retraso culpando a los desórdenes aéreos brasileños; Deco hizo lo propio arguyendo el ingreso en una clínica de su esposa embarazada. Quizá los motivos del luso tengan más peso pero podría haber avisado al club y pedir un permiso especial.

Cuando ocurren estas cosas, uno se da cuenta de que en el fondo, estos ídolos de masas que golpean el balón con maestría no dejan de ser unos veinteañeros famosos con mucha pasta y tiempo libre que, de vez en cuando, se toman la libertad de hacer lo que les da la gana...

Las fiestas navideñas son poco provechosas para los medios deportivos. Se suspenden los entrenamientos, los jugadores vuelven a casa por Navidad y, claro, los periódicos se quedan sin noticias. Esto hace que el día de los inocentes se prolongue en el tiempo para que, tirando de medias verdades, algunos diarios sobrevivan gracias al noble y ocurrente arte de vender humo.