El ciclismo ya no me interesaEl mundial... ¿por qué es cada cuatro años?La mala cabeza de ZidaneMaradona, gran jugador... pésimo comentaristaEl Real Madrid, un enfermo muy enfermoEl por qué de la desaparición de RonaldinhoBaila 'Zizou', bailaSólo hay un equipo que podría jugar sin portero: FranciaDefenderse también es un arte : Desde la red

29 julio 2006

El ciclismo ya no me interesa

Para ser sinceros, nunca me interesó mucho, la verdad. Pero ahora menos, tan menos que casi es nada. Los escándalos de dopaje que sacuden a este deporte casi extremo han hecho que los aficionados al deporte, sobre todo los que creen en sus valores, se hayan sentido extrañamente decepcionados por los devaneos con las drogas de estos ciclistas ávidos de fama.

Seguramente no son los únicos que lo hacen. Sí, seguramente en todas las disciplinas juegan con líquidos, pastillitas y alguna que otra jeringuilla para mejorar el rendimiento de los deportistas pero es en el ciclismo donde se están cebando los escándalos.

El último el del ganador del 'Tour más limpio', el norteamericano Floyd Landis quien, todavía estaba celebrando la proeza con champagne cuando se hizo público que sus niveles de testosterona no eran normales. El corredor asegura que su metabolismo es el causante del desfse pero ya nadie se lo cree.

Y es que desde ya, todos los ciclistas están bajo sospecha. Es una pena, las gestas a las que nos acostumbró Indurain para acercarnos un poco a este deporte, también. Lo que hizo Armstrong ya no parece la superación de un hombre y nada más. En fin, que entre unos y otros se están cargando a este deporte.

Y uno se pregunta... ¿no sería más fácil hacer carreras de dos semanas en lugar de tres, hacer etapas de 70 km en lugar de 210?

12 julio 2006

El mundial... ¿por qué es cada cuatro años?


El sueño terminó. Para los que nos gusta el fútbol, el día después de una final de la Copa del Mundo es un día extraño. Uno casi se acostumbra a ver partidos cada dos días y cuando todo termina entra una especie de resaca, mezcla de morriña y empacho, que cuesta de digerir.

Es cierto que el Mundial de Alemania no pasará a la historia por su belleza futbolística. El espectáculo fue de más a menos y cuando empezaron los cruces decisivos prácticamente desapareció (con excepciones ilustres como el Alemania-Italia).

Pese a todo, un Mundial es un Mundial. El glamour que envuelve al torneo, la historia que transmite, el peso de los jugadores, los equipos, las camisetas, hacen de este evento algo único e irrepetible. Algo tan especial que a uno le entran ganas que sea cada dos años...

10 julio 2006

La mala cabeza de Zidane

Una vez más, la cabeza, su mejor arma, se le volvió en contra a Zidane. En unos minutos caprichosos, el astro galo pasó de despedirse como un héroe, a salir del fútbol por la puerta de atrás, señalado por la opinión pública, con la etiqueta de 'sucio' colgando de su venerable camiseta.

Zidane perdió los estribos y, en el minuto 11o de la gran final del Mundial de Alemania, le propinó un cabezazo en todo el pecho al central italiano Materazzi. Un testarazo que sólo vio el árbitro gracias a que su cuarto ayudante, para más señas el único español de la final, el señor Medina Cantalejo, lo vio en la televisión y avisó raudo para que se ajusticiara a 'Zizou'.

No era la primera vez eso a Zinedine. Hace seis años, en la Liga de Campeones, la Juventus se enfrentaba al Hamburgo y un cabezazo de un francés con coronilla llamado Zidane al alemán Jochen Kientzle le costó al galo cinco partidos de suspensión. Era el 24 de octubre del 2000.

Pero es que llovía sobre mojado, porque en aquél partido Zidane regresaba a la Liga de Campeones después de ser expulsado contra el Deportivo de La Coruña, el 26 de septiembre en ese mismo estadio, esa vez por doble tarjeta amarilla.

La expulsión del 2000 le costó a 'Zizou' cinco partidos de suspensión y contribuyó al fracaso del Juventus, que fue apeado de las competiciones europeas en una temporada en la que también cedió el 'Scudetto' a la Roma. Con ese cabezazo Zidane perdió también el "Balón de Oro" al mejor jugador europeo, otorgado en diciembre de 2000 al portugués Luis Figo, ya en el Real Madrid, y se dice que enturbió sus relaciones con el Juventus.

"Siento mucho lo sucedido... Lamentablemente, la combatividad me llevó a una reacción instintiva, dictada por el nerviosismo del momento", dijo entonces.

En Berlín, tras ser expulsado por el argentino Horacio Elizondo, Zidane se fue a los vestuarios como quien entra en las catacumbas. La magia se le fue por la frente a uno de los jugadores más grandes que han pisado un estadio de fútbol. Así concluye la historia de un mago del balón que tenía en su mente y su visión su mejor virtud, pero también su peor defecto, la mala cabeza del genio. Que eso no emborrone todo lo bonito que nos dejó...

03 julio 2006

Maradona, gran jugador... pésimo comentarista

El fútbol es genética. Tiene que ser genética. Si no, no se explica que el que fuera el jugador más clarividente de todos los tiempos sea incapaz de transformar esa sabiduría en palabras, aunque sean simples frases cortas, pero palabras.

Maradona ha comentado el Mundial en la cadena española 'Cuatro' al lado del periodista Julio Maldonado, una enciclopedia con patas en materia balompedística, y del buen narrador Carlos Martínez. Y decimos 'comentar' por decir algo porque el argentino fue incapaz de aportar nada reseñable en ninguna de sus intervenciones.

Más que nunca se demostró aquello de "zapatero a tus zapatos". Haber sido buen futbolista para nada garantiza ser buen comentarista de fútbol y, lo que es más curioso, tampoco garantiza ser un buen analista de lo que pasa en un terreno de juego, de lás tácticas, de las dinámicas internas, de los secretos que nadie ve pero que ocurren. Daba pena escuchar a Diego a remolque de Maldini, como un eco, repitiendo a cada rato lo que el bueno de Julio apuntaba.

Una pena que sorprende todavía más cuando se constata que el ex astro tiene sangre argentina corriendo por su laringe. Un valor seguro cuando se trata de hablar, de lo que sea, pero de fútbol sobre todo. Y si no que se lo pregunten a Valdano, Cappa y tantos otros, pasando incluso por el panadero de mi barrio. En fin, será que el fútbol es genética y que no siempre uno sabe explicarse lo que pasa. Ni a los demás, ni a uno mismo...

El Real Madrid, un enfermo muy enfermo

Después de unas elecciones bochornosas, el Real Madrid ya tiene nuevo presidente, Ramón Calderón. Han sido días de vergüenza ajena, de reproches y mentiras, de descalificaciones y malas artes que han terminado con el escándalo de los votos por correo sin resolver y con un presidente electo con sólo 242 votos más que el segundo candidato más apoyado, Juan Palacios.

Un panorama poco alentador para unos socios desanimados después de la cobarde salida de Florentino Pérez de la presidencia y de la mediocre gestión de Fernando Martín. Ramón Calderón aparece ahora como el candidato menos malo para reconducir la situación de un equipo enfermo de gravedad que no presenta síntomas de mejoría por muchas dosis de ilusión que la prensa se empeña en administrarle.

Con el repeinado Mijatovic en los despachos y el látigo de Capello en el vestuario, Calderón espera reconducir el barco a la deriva que es el Madrid. Pero antes del problema deportivo -el auténtico mal de los blancos- el presidente tiene dos graves escollos que superar. La resolución judicial por el escándalo de los votos (que podría terminar quitándole la presidencia en favor de Palacios) y la división generada tras la elecciones, con tres candidatos superando el 20% de los votos cada uno.

Si logra limpiar el ambiente, tras la bruma, Calderón se topará con el verdadero mal del Madrid: el primer equipo de fútbol. El Real Madrid es hoy un equipo plagado de estrellas en franca decadencia como Ronaldo, Roberto Carlos, Raúl, Michel Salgado o Helguera, estrellas que no lo son tanto como Beckham, Baptista, Cassano o Robinho y huecos por llenar como el que deja Zidane. Entre tanto desbarajuste sólo los Casillas, Cicinho, Sergio Ramos y un poco Guti parecen capaces de integrar el esqueleto del nuevo equipo.

Un esqueleto al que Mijatovic y Calderón no se cansan de añadir nombres con tanta solera como Robben, Cannavaro, Chivu, Cesc o Kaká. La pregunta es: ¿Cómo darán puerta a los galácticos que han de dejar sitio a la savia nueva? ¿De dónde saldrá el dinero que permetirá el relevo? ¿Podrán fichar a 'ingleses' sin arruinarse? ¿Encajarán las nuevas estrellas en el viejo molde? Muchas preguntas para un proyecto que empieza. Y lo peor es que, aun trayéndolos a todos, tampoco su llegada es garantía de títulos y resultados. Lo dicho, el Madrid es un enfermo muy enfermo. Veremos si Capello, Mijatovic y Calderón son capaces de sacarlo de la UVI...

El por qué de la desaparición de Ronaldinho

Esta es una historia triste. Seguramente -con permiso de Zidane y su vil despedida-, la historia más triste del Mundial de Alemania. Terminó el Mundial y la mala noticia es que Ronaldinho apenas apareció. El crack del Barça, la sonrisa del fútbol, apenas brilló en el que se preveía su Mundial, su campeonato y el de Brasil que, dicho sea de paso, tampoco se acercó siquiera al Brasil que todos habíamos imaginado.

Sembrada de nombres pomposos, la canarinha parecía destinada a ganar antes incluso de vestirse de corto. Kaká, Ronaldo, Cafú, Emerson, Adriano, Robinho, Roberto Carlos, Dida, Lúcio... y Ronaldinho, claro. Sobre el papel un equipo irresistible que pagó muy caro no cuplir una máxima del fútbol: ser un equipo.

Y es que Parreira fue incapaz de conjuntar a tanto nombre y tanta estrella, empeñadas en brillar cada una por su lado, la galaxia amarilla se diluyó en el cosmos futbolero como un azucarillo en una taza de café.

Por ahí va la primera clave que explicaría la desaparición de Ronaldinho. Entre tanto crack, el balugrana se vio obligado a repartirse el protagonismo donde más le gusta, en el campo. A ello ayudó sin duda el planteamiento del técnico brasileño, Parreira, que apostó por una delantera estática formada por Ronaldo y Adriano, en lugar de buscar la movilidad de los Robinho, Cris o Ricardinho.

Sin aliados, Ronaldinho demostró que es mucho menos jugador. Como dijo Valdano, seguramente el Gaúcho necesita más al Barça que el Barça al Gaúcho.
Ya tenemos pues otra razón más para explicar su desaparición. Pero hay más.

Sacrificado tácticamente, sin aliados en el campo que le tiraran desmarques y sin apenas cuota de balón, el propio Ronaldinho certificó su desaparición con lo único que se le puede achacar a él: se volvió dócil y cayó en la más grande de las tristezas. Ahí pecó el genio. Se dejó convencer del sacrificio táctico que debía asumir y se quitó de enmedio sin rechistar.

Cuando la máquina francesa se cruzó en el camino de los pentacampeones, Ronaldinho hacía días que ya no sonreía. Tan ausente estaba que cuando intentó volver de su ensimismamiento para sacar a Brasil del sopor, ya era demasiado tarde. Francia apeó a los campeones y nos dejó sin Ronaldinho. Una pena, una historia triste que no tiene un único culpable. ¿O tal vez, en el fondo, sí?

02 julio 2006

Baila 'Zizou', baila

No puedo más, tengo que decirlo. Me gustaría, me encantaría, quiero, que Zindine Zidane gane el Mundial de Alemania. No digo 'que Francia gane el Mundial de Alemania'. Hablo de Zidane. Quiero que Zidane gane el Mundial.

Para mí, sería la confirmación de varias cosas. Por un lado el francés entraría en el Olimpo de los más grandes. Desde este año hablaríamos de Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona... y Zidane. Y es que, a todos los títulos de clubes imaginables, Zizou sumaría la friolera de dos mundiales, los dos únicos ganados por Francia en toda su historia.

También sería la confirmación de que no estaba tan acabado como parecía en el Madrid. Y tercero y casi más importante, confirmaría que los amantes del fútbol, del fútbol en su esencia, del juego, sin colores ni escudos, podríamos disfrutar un poco más del artista, del bailarín que es este hombre cuando coge el balón y crea, mueve, inventa todo lo que va a pasar a su alrededor.

Por unos momentos en la lejana Germania, hemos vuelto a ver a aquel 10 con coronilla que hizo grande a la Juventus, aquel que le dio al Madrid otra Copa de Europa con un gol de antología -mal que nos pesara a los culés-, ese jugador único capaz del regate más bello, del control más imposible y del pase más perfecto. Un arquitecto del fútbol que, cuando disfruta, reinventa este viejo arte y nos hace disfrutar a todos los que amamos este deporte. Sigue bailando, Zizou, sigue bailando siempre...

01 julio 2006

Sólo hay un equipo que podría jugar sin portero: Francia


En la fase decisiva del Mundial la selección francesa ha demostrado que tiene la mejor defensa del mundo, con permiso de Italia, claro.

Sagnol, Thuram, Gallas, Abidal, Makelele y Vieira han escrito el mejor manual contemporáneo del noble arte de la defensa.

Un arte que han cultivado con esmero ante la jugona España y el Brasil del toque, y lo han hecho nada menos que en octavos y cuartos de final de un Mundial.

El suyo es un arte que va más allá del portero, ese especialista extraño que vive bajo los palos entre gritos y saltos. Porque Francia ha llegado a tal punto de perfección que no necesitaría ni portero para permanecer imbatida. Rara vez sus rivales disparan a puerta. Algo que Barthez, seguramente uno de los porteros más flojos del Mundial, nunca reconocerá suficientemente.

Con Francia, el arte de defender roza el calificativo de espectáculo. Algo impensable en una época en la que lo políticamente correcto es alabar el espectáculo, las ocasiones y, sobre todo, el gol. Los valores que teóricamente sustentan a Brasil pero que de los que, a la hora de la verdad, la canarinha no ha dejado ni rastro en Alemania.

En este contexto tan romántico, Francia ha emergido como un guerrero singular, capaz de hacer bello lo feo. Y encima ganando a la todopoderosa Brasil en los cuartos de final de un Mundial y prácticamente sin portero. ¿Alguien da más?

Defenderse también es un arte

Corren tiempos extraños para el fútbol. Francia acaba de apear del Mundial de Alemania a Brasil en cuartos de final gracias a una defensa impenetrable y a un mazazo de Henry. Parreira no ha sabido disponer a los artistas para que fluyera el 'jogo bonito' y los favoritos se vuelven a casa.

Pero no sólo por su falta de acierto. La culpa la tiene también Francia. Los franceses han ido de menos a más en el Mundial y, poco a poco, creciendo día a día, han conseguido engrasar un bloque rocoso, una máquina perfectamente engrasada que ofrece una propuesta diferente de fútbol.

Los pupilos de Domenech parten de un orden táctico impoluto y encuentran en el arte de defender su razón de ser, su manera de gozar, su fe. Llevados por un tesón envidiable, los 'bleus' gozan de una línea Maginot inquebrantable que hace casi imposible marcarles un gol. Thuram y Gallas cierran el eje, Sagnol y Abidal, las bandas. Y Makelele, escoltado por el general Vieira, taponan la retaguardia. Gracias a ellos creo que Francia es el único equipo que podría jugar sin portero y seguiría invicta.

Es más, los franceses han conseguido que vea belleza en el arte de defender. El coraje y la determinación de sus defensas convierten en un espectáculo la impotencia del atacante. Algo que consiguen sola y únicamente gracias a que con la magia de Zidane, la fina puntería de Henry y el atrevimiento de Ribery, tampoco renuncian al gol. Es más, lo buscan. Ahora me gusta Francia más que Brasil. Corren tiempos extraños para el fútbol...