Desde la red

El fútbol es un deporte maravilloso, por muchas cosas. Una de ellas es que, por más que se empeñen los grandes clubs, en este juego el dinero no sirve para comprar el éxito. Si no que le pregunten al Valencia... En fútbol, cualquiera con un poco de idea puede arruinar al más pintado. Es un deporte muchas veces impredecible, complejo, hermoso.

Pero más allá de estos imponderables, el fútbol también se mueve gracias a unas máximas que la historia ha ido fijando a base de repetirlas. Una de estas máximas es que los grandes equipos se construyen desde atrás. Esta afirmación quizá no sea políticamente correcta en un coliseo de sibaritas como es el Camp Nou. Seguramente no es de recibo en tan magno escenario, cuna del culto al espectáculo, hablar de 'espectáculo defensivo'. Un error, porque si se quiere tener un equipo campeón, además de 'jogo bonito' se necesitan otras cosas, empezando por una buena defensa. Sólo hay que recordar al Milan de Sacchi, el Madrid de la Quinta del Buitre, el Brasil tetracampeón, incluso el Barça de Johan Cruyff tenía excelentes conceptos defensivos.

Eso es lo que parece haber pensado el cuerpo técnico del Barça. El equipo defiende con uñas y dientes, Milito es ya un mariscal camino de convertirse en leyenda y, con esa base, como en la segunda parte de ayer en Villarreal, el equipo ya puede empezar a pensar en atacar con alegría.

Rijkaard ha recuperado uno de los rasgos que le hicieron campéon cuando llegó al Camp Nou. Y eso, le pese a quien le pese en la tribuna, es una buena noticia para el Barça.