El Valencia dejó paralizado al Barça : Desde la red

18 febrero 2007

El Valencia dejó paralizado al Barça

Después de una primera parte jugada de poder a poder, el Valencia impuso su filosofía ante un Barça al que se le volvieron a ver más las carencias que las virtudes. Tres minutos locos sentenciaron al equipo en Mestalla (2-1) donde sólo Messi, con media hora eléctrica, se salvó de la quema.

Después de una semana cargada de polémica con el 'caso Eto'o' y el futuro de Rijkaard en boca de todo el mundo, el Barça saltó al césped de Mestalla, un campo de esos que se le atragantan, con la mirada del entorno clavada en la nuca y con la presión de no dar vida a un rival directo.

Rijkaard planteó una guerra de diseño, con Iniesta de falso extremo y con Gudjohnsen como ariete. Se sabía que Quique buscaría el cuerpo a cuerpo para salir rápido a la contra. Y ante eso, el holandés tranquilo apostó por quedarse la pelota y minar la rocosa defensa che a base de martillazos constantes.

En la primera parte el guión siguió el curso previsto. Fútbol de quilates con pocas ocasiones y mucho músculo entre toques de calidad azulgrana.

Pero en la segunda todo se torció por donde más flojea el Barça. Edmílson reculó ante Villa y sólo le faltó enseñarle el pase a Angulo. El equipo se había quedado volcado en campo valenciano y nadie llegó al rescate del espigado defensa.

El segundo mazazo fue parecido. Nueva contra local y Silva que apuntillaba a Valdés. Misión cumplida. Tres contraataques, dos goles -Villa perdonó en la primera mitad-. A partir de ahí, entre Marchena y Albelda montaron un atasco en la medular que sólo Messi consiguió sortear puntualmente en la media hora que jugó.

Asociándose con Ronaldinho, el argentino fue un auténtico soplo de aire fresco para un Barça cada día más previsible que necesita replantearse algunas cosas con urgencia.

Y es que más allá de los nombres, el equipo apenas dispara a la portería rival. Controla, toca, busca pero no sorprende ni chuta. Y sin chutar, en el fútbol, es difícil ganar partidos. Vamos, que Rijkaard y sus chicos deberían parar el rondo un momento y pensar si eso de tener la pelota es suficiente para ganar.

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