Que paren el rondo, que yo me bajo
¡Basta! Terminemos con esto. Reconozcámoslo, hemos perdido el rumbo. Tanto rondo ha terminado por volver tarumbas a los jugadores. Tantos años de tiki-taka y toque-toque han hecho olvidar el camino del gol y han acabado corrompiendo la esencia de la 'filosofía Barça'.
Cruyff trajo el gusto por el toque, se inventó a los peloteros y estableció el 'rondo' como piedra angular de su exitoso proyecto. La posesión del balón era la primera vía al éxito, la velocidad en la circulación, la segunda. Por eso el rondo.
Pero Cruyff, que no era tonto, sabía que el rondo no es suficiente para marcar y se inventó el '4'. Cuando Koeman no veía el pase largo, cuando el hueco no aparecía, Guardiola se lo inventaba con un pase vertical. Era entonces cuando el rondo cobraba sentido. Mareaba al rival, lo extenuaba hasta que cedía un hueco por el que se colaba la ocasión de gol.
El Barça de Rijkaard heredó parte de esta filosofía que inmortalizó el 'Dream Team'. Pero el 'holandés tranquilo' sumó presión y rigor táctico a la receta. Y la cosa funcionó mientras acompañó el cuerpo. El Barça maravilló a Europa y se llevó la Champions.
Ahora, cuando el cuerpo ya no acompaña, el equipo se ha quedado reducido al rondo. Y, lo peor es que no parece saber para qué sirve. El rondo es un camino al gol -uno de tantos por cierto- y no la meta en sí. Marear la pelota a 40 metros del área rival no sólo no sirve de nada sino que además puede resultar un coñazo, un coñazo que para colmo se vuelve letal si juegas contra un equipo que domina el contraataque. Justo lo contario que defendía en su origen la 'filosofía Barça': jugar, dominar y divertirse para ganar.
Sin eso, en serio, que paren el rondo...
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