¿Ronaldinho y Messi defendiendo?Sin lateral, un equipo está cojoEl problema de Rijkaard es RijkaardRonaldinho ya no es grandeEl estilo Barça : Desde la red

16 noviembre 2007

¿Ronaldinho y Messi defendiendo?

Es más probable que Ronaldinho y Messi hagan la tijera vestidos de Pubilla que verlos corriendo como posesos por la media luna del área rival defendiendo en plan Eto'o.


Son muchas las voces que piden más compromiso en el Barça, que piden que el sacrificio empiece en los hombres de arriba para recuperar el 'pressing' que hizo grande al primer Barça de Rijkaard.

Bonitas soflamas que se perderán en el desierto de las ilusiones perdidas. Porque, que nadie se engañe, ni Messi, ni mucho menos Ronaldinho, están ya para correr hacia atrás. El brasileño porque no puede pero además tampoco quiere. Su carril es una autopista para los laterales rivales y sólo el abnegado Abidal puede maquillar su falta de compromiso táctico.

Por su parte, el argentino, fiel discípulo del díscolo risueño, está más pendiente de volver a hacer algo para que le comparen con Maradona que de ajustarse al sistema que necesita el Barça.

Si Rijkaard quiere seguir apostando por el 4-3-3, necesita que los extremos aprieten con tanta rabia como atacan. Y para ello solo le queda una: repartir un poco de medicina banquillera. Si no, la cosa seguirá yendo tan mal como le ha ido hasta ahora, sobre todo fuera de casa...

12 noviembre 2007

Sin lateral, un equipo está cojo

Uno de los debates del verano en Can Barça, cuando todo eran buenos propósitos y se hablaba de confeccionar un equipo compensado y fuerte, era la conveniencia de traer o no un lateral derecho de garantías que reforzara esa posición.


Zambrotta no terminaba de dar de sí todo lo que se esperaba, Belletti tomó la vía inglesa fichando por el Chelsea y Oleguer, Oleguer es un tema aparte. Sin ánimo de cargar contra él sólo diré que el de Sabadell no es un lateral nato y eso es lo mínimo que se le debe exigir al Barça, que tenga especialistas.

Pues si el año pasado fue Oleguer el lateral accidental convertido en casi casi titular, este año es Puyol que el que toma su relevo. Llama la atención que, en tres meses de competición, el mejor lateral derecho del Barça sea un central.

La conclusión es clara, ni Txiki ni Rijkaard han sabido encontrar un jugador de garantías, un 'perfil Barça' para esta posición. Y el equipo lo está pagando. Puyol-Milito podría ser una buena pareja de centrales pero la mala previsión de los responsables ha hecho que no tengan tiempo de compenetrarse.

Y no es que no hubieran tenido opciones. En su momento sonó Alves (por el que suspiraba una gran parte de la afición) y hasta Angel del Celta, un lateral que recaló finalmente en el sorprdente Villarreal. Pero el cuerpo técnico del Barça consideró entonces que tenía bien cubierta esa posición...

11 noviembre 2007

El problema de Rijkaard es Rijkaard

Ha terminado un ciclo. Concretamente el de Frank Rijkaard como entrenador del Barça. Un técnico que reconoce no saber cómo hacerlo para que el Barça gane fuera de casa no puede seguir ni un minuto más en el cargo.

Si tuviera dignidad, el holandés cogería la puerta del Camp Nou y no volvería en mucho tiempo. Le han construido una plantilla fantástica, plagada de internacionales, con mimbres para hacer un equipo campeón. Y a la hora de la verdad sólo sabe ganarle al colista fuera de casa.

Y lo que es peor. No tiene ni idea de cómo solucionarlo y tiene la pachorra de reconocerlo públicamente. A Rijkaard se le ha visto el plumero. Le han tomado la medida a su sistema y ha demostrado que no tiene cintura para reciclarse y volver a hacer al Barça campeón.

Incluso su carisma dentro del vestuario parece haberse diluido como un terrón de azúcar. Sin un Ten Cate que le espabile al personal y con Neeskens de convidado de piedra, Frank parece que ande 'colocado', sin nervio, quitándole hierro a todo, hasta a su propia indolencia. Y así, a imagen y semejanza del técnico, juega este Barça. Si no cambia de actitud Rijkaard se tiene que ir. Se tiene que ir porque no se da cuenta de que su mayor problema es él mismo. Dimitiendo o cesado.

29 octubre 2007

Ronaldinho ya no es grande

Antes de Messi hubo un brasileño único, un mago del balón, un superdotado que aterrizó en el Camp Nou para sacar al Barça de una de las travesías más duras de su historia...

Intentando hacer olvidar al inolvidable Dream Team de Johan, a Joan Gaspart se le rompió su Barça a base de talonazos. Fueron años duros para el sibarita seguidor azulgrana, años de penurias y galácticos, años para olvidar que borró de un plumazo el tándem Laporta-Rosell desde el palco y un extraterrestre balompédico desde el campo: Ronaldinho Gaúcho.

Se bajó del avión esbozando su eterna sonrisa y se dedicó a pedir el balón hasta que sacó al barcelonismo del pozo. Ronaldinho destiló fútbol de muchos kilates durante dos años. Enseñó regates imposibles, se inventó goles de hemeroteca y puso al equipo en la senda del triunfo y atrajo a la afición a la grada. Se convirtió en el mejor del mundo, ganó una Champions y dos Ligas y se fue al Mundial de Alemania con el aura de héore del fútbol.

Pero algo pasó en tierras germanas. Ronaldinho volvió después de un torneo gris, como el de toda la canarinha, pero ya no parecía un superhombre. No desbordaba, ¡ni lo intentaba!. "Está cansado", decían sus defensores. "Está acabado", anunciaban sus detractores. Aún así el Gaúcho mantuvo al Barça en la lucha por el título ante la ausencia de Eto'o y Messi. Sus 21 (anotó 7 de penalty y 6 de falta) goles maquillaron el bajón que sufrió en el juego.

Al final, el Barça regaló la Liga al correoso Madrid de Capello... y llegó el verano. La receta era sol, descanso y tranquilidad para recuperar al mejor Ronaldinho. Una tesis que se ha visto desmontada por nueve jornadas de Liga. Ronaldinho ya no es grande. No es que quiera irse al Milan. No es que se haya abonado a la buena vida. No es que no quiera sudar la camiseta. Simplemente se le ha ido el duende. Cuesta de aceptar, de entender, de ver. Pero es lo que le ha ocurrido. Da hasta lástima verle hacer de boya, intentando pases de fútbol sala, rehuyendo la carrera. Hay jugadores que juegan tocados por una varita durante dos o tres años y luego desaparecen. Ronaldinho ha cumplido su gran ciclo. Lo vimos con Ronaldo. Ahora le ha pasado a él. Adiós crack, te recordaremos siempre.

Así las cosas, al Barça le quedan dos opciones: Que se quede siendo la mitad de lo que fue, aceptando sus (nuevas) limitaciones y algunas de sus (viejas) virtudes hasta darle un retiro dorado. O venderlo al mejor postor y recordarlo como lo que fue, uno de los mejores jugadores que han pisado jamás el Camp Nou. Triste realidad. Pero realidad al fin y al cabo...

28 agosto 2007

El estilo Barça

¿Cuál es el estilo Barça? El 'Dream Team' de Cruyff sentó las bases de una manera de jugar que maravilló al mundo y que se convirtió en santo y seña de buena parte del barcelonismo. Un estilo que aún hoy flota en el ambiente del Camp Nou. Un fútbol con un fin básico: divertir.


Se fue Johan y empezó el carrusel de entrenadores (Robson, Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach...) pero la grada del Camp Nou, acostumbrada al caviar, pedía siempre lo mismo: fútbol ofensivo, espectáculo y la búsqueda insaciable del gol. Pedía eso incluso por encima de los resultados.

Y no todos lo consiguieron. Cierto que hubo épocas de buen fútbol, goleadas, algo parecido al fútbol total que exhibió el once de Cruyff pero seguía faltando algo. Hasta que de la mano de Laporta llegó Frank Rijkaard, holandés también, pero forjado en la dura escuela italiana.

De su mano llegó el gusto por el toque pero también por el orden. El 'hombre tranquilo' consiguió la mezcla perfecta entre talento y músculo, entre la improvisación y la estrategia, entre la voluntad y el carácter. Y el Barça encandiló a Europa hasta conseguir su segunda Champions en París. Parecía que Rijkaard le había dado una vuelta de tuerca más al 'estilo Barça'. Fútbol total, sí, pero con orden, con presión, con machacona superioridad.

Sin embargo el hallazgo duró poco. Los rivales le pillaron el truco al nuevo campeón y le cerraron todos los caminos. Y ahí se le terminó el estilo al Barça. El holandés dejó de ser tan tranquilo para parecer indolente. El equipo perdió la Liga en favor del eterno rival y quedó apeado de Europa sin discusión tras pasar por las manos del Liverpool de Benítez.

Este año, Rijkaard tiene su segunda oportunidad y sigue maquinando para encontrar la manera de romper la estrategia. Y mientras tanto su equipo se limita a hacer el parabrisas, a menear la pelota en un monólogo soporífero que recuerda a la pasividad del balonmano pero con menos gracia. Sin pegada, sin excelencia táctica alguna, simplemente a la espera de que vuelva Ronaldinho o de que Messi se invente otro gol imposible. Algo que, no nos engañemos, ya no es el estilo Barça.