Balón de Oro, FIFPro, FIFA WP... el confetti del fútbol
La designación de Fabio Cannavaro como Balón de Oro ha hecho correr ríos de tinta. Seguramente demasiados... El hecho es que la polémica del premio ha puesto de manifiesto que, tratándose de un deporte colectivo, premiar a un solo jugador es pura mercadotecnia facilona.
Claro que hay jugadores que marcan diferencias en el fútbol. La inspiración de un portero puede salvar un partido, lo mismo que un defensa expeditivo o un goleador en racha. Pero al final, lo que hizo campeón a Italia no fue solo la eficacia de Cannavaro, ni fue la magia de Ronaldinho, o el acierto de Belletti por sí solos, los que le dieron la Champions al Barça.
Para bien y para mal, el fútbol es un deporte de conjunto, donde hay sinergias, complicidades y tics colectivos que pueden decantar la balanza de un equipo hacia la gloria o el fracaso. Tenga o no tenga un crack en sus filas, sea o no sea el más caro.
Esta reflexión futbolísticamente obvia, se diluye ante los focos del marketing (periodístico o no), ávido de mitos a los que ensalzar y más tarde destronar. Hoy hacen santo a Cannavaro, mañana será Ronaldinho y pasado Messi, Casillas o Puyol. Confetti futbolero que vende color pero sin peso. Y si no, pregunto: ¿Quién ganaría antes una Liga, once Cannavaros u once Ronaldinhos? ¿Y quién el Balón de Oro?
Empecé este blog como un ejercicio de perseverancia. Dicen que cada día se abren y cierran miles de blogs en todo el mundo. Muchos -la mayoría- se abandonan al cabo de un año, víctimas del aburrimiento de sus creadores. Parece que no será el caso de éste...
"El Real Madrid es más que un club". Con esta simple sentencia, Joseph Blatter constató ayer que es tan experto adulador como torpe hablador.
A veces los directivos, con tal de quitar presión a los jugadores, son capaces de decir sandeces de tamaño gigante. Ayer, sin ir más lejos, Txiki Begiristain, secretario técnico del Barça y hombre generalmente mesurado, cometió el desliz de verbalizar una de las mayores estupideces escuchadas en el entorno azulgrana desde que Núñez se fue a una de sus casas. 
Hay un equipo por el que siento una extraña simpatía. No es un equipo puntero ni destaca en nada excepto en que se ha visto obligado a crecer y vivir casi siempre a la sombra de su gran rival ciudadano: el todopoderoso Barça. Quizá eso sea lo que me atrae del Espanyol, su aura de David contra Goliath.
