Ronaldinho, el listo
Corría el minuto 11 del partido. El Barça había salido a comerse al líder de la Bundesliga, el Werder Bremen, consciente de que el campeón podía quedar apeado de la Champions en la primera liguilla.
El abanderado de la ofensiva azulgrana no era otro que Ronaldinho. Fiel al grito de guerra de Rijkaard -“salid y pasadlo bien”, había dicho el holandés en el vestuario- el equipo se entregó a la faena. Era fácil, el Camp Nou, lleno a rebosar, olía a noche mágica y eso siempre ayuda.
El brasileño salió enchufado, metido como nunca en el partido, con esas ganas que contagian su alegría al público (qué curioso, ya nadie habla de baja forma, salidas nocturnas o bulas papales) y que hacen presagiar que Ronaldinho hará algo excepcional.
Y ese algo excepcional ocurrió justo en el minuto 11. Ronnie recibió de espaldas en la frontal del área teutona y, escondiendo el balón, esperó que el ímpetu de alguno de los centrales lo derribara. Era la primera parte de su plan. La segunda, la tenía bien estudiada. "Esa falta la tenía en la cabeza", diría más tarde. Cogió el balón con mimo y, cuando hasta los culés más pesimistas pensaban que metería el balón en la escuadra, Ronaldinho, el más listo, disparó raso por debajo de la barrera.
Los defensas habían saltado como si tuvieran muelles, justo lo que el brasileño quería, justo lo que él sabía. Como dijo en su día Valdano, el fútbol vive más de engaños que de aciertos. Y en ese arte, Ronaldinho demostró que es de los mejores. El Gaúcho es único porque tiene la idea genial y, además, tiene la calidad para ejecutarla. Que nadie lo dude, Ronaldinho quería hacer lo que hizo. El balón se coló en la portería de Wiese mansamente, ante el estupor del guardameta. Lo más difícil estaba hecho y con el 1-0 el resto del partido ya era historia. El Barça seguirá en la Champions, en gran parte, porque tiene en sus filas a uno muy pero que muy listo.
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