La mala cabeza de Zidane : Desde la red

10 julio 2006

La mala cabeza de Zidane

Una vez más, la cabeza, su mejor arma, se le volvió en contra a Zidane. En unos minutos caprichosos, el astro galo pasó de despedirse como un héroe, a salir del fútbol por la puerta de atrás, señalado por la opinión pública, con la etiqueta de 'sucio' colgando de su venerable camiseta.

Zidane perdió los estribos y, en el minuto 11o de la gran final del Mundial de Alemania, le propinó un cabezazo en todo el pecho al central italiano Materazzi. Un testarazo que sólo vio el árbitro gracias a que su cuarto ayudante, para más señas el único español de la final, el señor Medina Cantalejo, lo vio en la televisión y avisó raudo para que se ajusticiara a 'Zizou'.

No era la primera vez eso a Zinedine. Hace seis años, en la Liga de Campeones, la Juventus se enfrentaba al Hamburgo y un cabezazo de un francés con coronilla llamado Zidane al alemán Jochen Kientzle le costó al galo cinco partidos de suspensión. Era el 24 de octubre del 2000.

Pero es que llovía sobre mojado, porque en aquél partido Zidane regresaba a la Liga de Campeones después de ser expulsado contra el Deportivo de La Coruña, el 26 de septiembre en ese mismo estadio, esa vez por doble tarjeta amarilla.

La expulsión del 2000 le costó a 'Zizou' cinco partidos de suspensión y contribuyó al fracaso del Juventus, que fue apeado de las competiciones europeas en una temporada en la que también cedió el 'Scudetto' a la Roma. Con ese cabezazo Zidane perdió también el "Balón de Oro" al mejor jugador europeo, otorgado en diciembre de 2000 al portugués Luis Figo, ya en el Real Madrid, y se dice que enturbió sus relaciones con el Juventus.

"Siento mucho lo sucedido... Lamentablemente, la combatividad me llevó a una reacción instintiva, dictada por el nerviosismo del momento", dijo entonces.

En Berlín, tras ser expulsado por el argentino Horacio Elizondo, Zidane se fue a los vestuarios como quien entra en las catacumbas. La magia se le fue por la frente a uno de los jugadores más grandes que han pisado un estadio de fútbol. Así concluye la historia de un mago del balón que tenía en su mente y su visión su mejor virtud, pero también su peor defecto, la mala cabeza del genio. Que eso no emborrone todo lo bonito que nos dejó...

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